UK Chapter Twenty two: Mojitos y uvas
Bienvenidos un año más al recuento de mi trepidante y entrópica aberración de vida inglesa.
Empiezo contándoles el viaje a Cuba, a donde llevé mi inquieto trasero, con la compañía de mi incansable amiga de aventuras María Emegé. Por aquí pueden ver la selección de fotos.
Es extremadamente complicado describir lo que vivimos, porque cada día nos pasaba algo más surrealista, pero trataré de enumerar lo más significativo:
Para la ida, cuando andábamos por encima del océano y a medio camino sin posibilidad de escapatoria, el avión empezó a oler a plástico quemado, tratamos de tranquilizarnos, pero ya el pánico fue evidente en la tripulación cuando el se llenó el avión de humo. Tras mirarnos y pensar, aquí se acaba todo, tras unos minutos de tensión se fue calmando la cosa, y finalmente se supo que una batería de litio de una pasajera había ardido en llamas, y que en palabras de la azafata "es algo que suele pasar".
Aterrizamos y fuimos a vernos con un amigo de amigo que supuestamente habíamos contratado para que nos condujera por las rutas que habíamos organizado por la isla. Mi amiga había dejado claro de antemano que llevábamos el alojamiento sacado y que sólo nos faltaba el conductor. Pues el notas que vino no tenía ni coche ni carnet, pero sí unas enormes ganas por enseñarnos su región, totalmente opuesta a donde habíamos trazado nuestro itinerario. Justo ahí empezamos a sospechar que no nos escuchan.
Pasamos dos noches en la Habana, en una casa de huéspedes con grandes vistas y donde me tenía que levantar por la noche a apagarle la tele al señor de la casa (que se quedaba frito en el sofá con el volumen a todo trapo) para que pudiéramos dormir. Como grandes mochileras urbanas, pateamos toda la ciudad y nos quedamos encantadas con la actividad cultural, lo chocante de esas estructuras decadentes y la vida que reboza por cada rincón.
Pero también vivimos bastantes situaciones en las que sospechamos que nos estaban intentando timar por cualquier alimento o servicio que contratáramos. Al principio también nos hacía gracia que nos echaban piropos por todas partes. Aviso para féminas con baja autoestima: date un paseo por la Habana. A las 5 horas se tornó algo pesado y ése fue el pan de cada día durante una semana entera.
Viajamos en BatTaxi a Trinidad, una de las primeras ciudades fundadas en Cuba, y desde el primer momento nos enamoró. Las casas de colores y la vegetación se entremezcla, hay música por cada rincón y era un punto de encuentro perfecto con la Sierra del Escambray, un parque natural reserva de la UNESCO.
Esperábamos poder patearlo varios días, pero nos topamos con la triste realidad. O pagábamos muchísimo a un taxista que sabías que te estaba timando, o te unías a una excursión casposa y bastante corta y descafeinada plagada de turistas. Así que hicimos la mejor negociación que pudimos y visitamos lo más fácil de llegar. El parque de Topes de Collantes. Son 2 horas de ruta por selva y tiene una bonita cascada al llegar al fondo. Con esto saciamos un poco el gusanillo de aventura.
El último día por Trinidad, pasamos unas horas por una paradisiaca playa cercana (Playa Ancón), y cuando nos cansamos, volvimos al barrio a bailar salsa, que era más interesante.
Tras tres días de visita en esa región, regresamos a la Habana, donde seguimos investigando la ciudad durante otros dos días. Como llovía a intervalos, decidimos probar planes culturetas. Visitamos una antiguo edificio industrial que es centro de exposición de artistas nacionales, La Fábrica del Arte Cubano. Pasamos por la Bodeguita del Medio para escuchar música en directo.
Y otro día aprovechamos para ver una película del festival de cine de la Habana.
María andaba mortificada, porque por todas partes veíamos escudos del Barça, ahora ha dado muy fuerte el fútbol allá. Ella que es del Real Madrid, andaba toda mosqueada. Se lo comentábamos a un taxista, y presto se saca su teléfono para enseñarnos su fondo de pantalla ¡con el escudo blaugrana!
Ya por último, de camino al museo de la revolución, entablamos amistad con un chico cubano, que se mostró encantado de quedarse a pasar unas horas con nosotras. Intercambiamos historias y nos preguntaba mucho por cosas de Europa. Él es militar y nos contaba otras tantas cosas del país. Acabamos comiendo en la casa de Canarias, que encontramos por casualidad y él también quiso visitarla porque en sus palabras, le habíamos enseñado algo de su ciudad que nunca había visto.
Este sitio está formado por antiguos emigrantes canarios en la capital Cubana, no sé si saben que si hablo raro y digo guagua, es porque muchos de mis paisanos fueron a buscar fortuna años atrás, y trajeron a su vuelta muchos de los que conforman los rasgos del canario. Así que mil historias hay de reencuentros y familias que están separadas por el océano.
El caso es que nuestro nuevo amigo Fernand, compartió ese día con nosotras y guardamos mensajes escritos en una botella de cristal con deseos de volver a vernos en unos años. A los dos días, el muchacho vino a despedirnos al aeropuerto por sorpresa y nos vamos intercambiando correos electrónicos desde entonces, así que estoy muy contenta de haber hecho al menos una amistad nueva, esas son las cosas que hacen que el viaje cobre un nuevo valor.
Aparte del viaje, pasados tres meses ya puedo hacer balance de mi nueva empresa. Estoy contentísima, me siento muy realizada a nivel profesional. Al volver a formar parte de un equipo pequeño pero con otro diseñador con el que compartir ideas e inspiración.
Aquí abajo están algunos de los regalos que me hicieron en la anterior empresa, a la que estoy agradecidísima, ya que me dio la oportunidad de venir a vivir aquí a sufrir de falta de vitamina D.
Nunca había tenido una ceremonia de despedida por así decirlo, y fue todo muy corporativo, con discurso de mis dos manager consecutivas y con tarjetas y regalitos por todas partes. Luego te toca decir unas palabras y yo lo único que supe decir ante 60 personas fue: Bueno que muchas gracias por todo, un placer y ¡Vamos al bar que he traído ron miel!
El nuevo sitio es un cambio radical, vuelvo a estar en una empresa más familiar y en este caso, en una casa. El entorno está fantástico, estamos en un antiguo claustro detrás de una iglesia construida en 1872.
Aparte estamos emparentado con Oxford University Press, los que hacen los diccionarios y libros de texto, así que eso es motivo de visitas a sus instalaciones y viene guay para el curriculum.
Mis nuevos amigos son Tom (el otro diseñador) y Katerina. Esta muchacha y yo somos las únicas extranjeras de la empresa (ella es Griega), el 90% es British, y está gracioso porque somos las ruidosas y más hiperactivas, y los demás son más calmados y reflexivos, pero puedes ver que se divierten con el toque mediterráneo-latino.
Es otra gran diferencia con respecto a Kaplan, que allá éramos todos de más de 20 países diferentes. Ah, y aquí trabajamos haciendo cursos de e-learning para universidades, que los compran para usarlos en sus programas de estudios.
La pega, el internet va fatal, imaginen cómo de lento descargaban una imagen en el año 2002, pues casi nos falta escuchar el sonido del router chirriando cuando navegamos. La causa es que al lado también hay un cementerio, y hay que pasar el cable de fibra por ahí, así que ahí andamos, esperando las santas obras, nunca mejor dicho...
Aparte, tampoco tenemos espacio para comer, ya que se ha expandido tanto el equipo, que no hay sitio físico posible. Así que todos los días cruzamos la calle y vamos a un enorme mercado orgánico pijo, el Wholefoods Market, y nos sentamos en la zona del comedor con nuestros flamantes tupper. A veces consumimos algo, no somos tan chabacanos, aunque luego nos pasamos por la parte supermercado a ver qué dan de muestras, que siempre tienen algún zumo orgánico de una planta exótica de moda, o barritas energéticas de no se qué extracto de fruto seco. Está gracioso.
La razón de esta entrada tan larga, es que vino a visitarme dos familiares, y ya no me dio tiempo a acabar de escribir todo lo anterior. Aquí como guinda, nuestro fin de año en casa de mi amiga Anna la catalana. Tomándonos las uvas de la televisión canaria por internet. Este año fueron las de Tenerife. Para que luego se quejen, ¡puse a una pareja checa, a un portugués, dos italianos, un madrileño y dos catalanes a tomar nuestras uvas!
Empiezo contándoles el viaje a Cuba, a donde llevé mi inquieto trasero, con la compañía de mi incansable amiga de aventuras María Emegé. Por aquí pueden ver la selección de fotos.
Es extremadamente complicado describir lo que vivimos, porque cada día nos pasaba algo más surrealista, pero trataré de enumerar lo más significativo:
Para la ida, cuando andábamos por encima del océano y a medio camino sin posibilidad de escapatoria, el avión empezó a oler a plástico quemado, tratamos de tranquilizarnos, pero ya el pánico fue evidente en la tripulación cuando el se llenó el avión de humo. Tras mirarnos y pensar, aquí se acaba todo, tras unos minutos de tensión se fue calmando la cosa, y finalmente se supo que una batería de litio de una pasajera había ardido en llamas, y que en palabras de la azafata "es algo que suele pasar".
Aterrizamos y fuimos a vernos con un amigo de amigo que supuestamente habíamos contratado para que nos condujera por las rutas que habíamos organizado por la isla. Mi amiga había dejado claro de antemano que llevábamos el alojamiento sacado y que sólo nos faltaba el conductor. Pues el notas que vino no tenía ni coche ni carnet, pero sí unas enormes ganas por enseñarnos su región, totalmente opuesta a donde habíamos trazado nuestro itinerario. Justo ahí empezamos a sospechar que no nos escuchan.
Pasamos dos noches en la Habana, en una casa de huéspedes con grandes vistas y donde me tenía que levantar por la noche a apagarle la tele al señor de la casa (que se quedaba frito en el sofá con el volumen a todo trapo) para que pudiéramos dormir. Como grandes mochileras urbanas, pateamos toda la ciudad y nos quedamos encantadas con la actividad cultural, lo chocante de esas estructuras decadentes y la vida que reboza por cada rincón.
Pero también vivimos bastantes situaciones en las que sospechamos que nos estaban intentando timar por cualquier alimento o servicio que contratáramos. Al principio también nos hacía gracia que nos echaban piropos por todas partes. Aviso para féminas con baja autoestima: date un paseo por la Habana. A las 5 horas se tornó algo pesado y ése fue el pan de cada día durante una semana entera.
Viajamos en BatTaxi a Trinidad, una de las primeras ciudades fundadas en Cuba, y desde el primer momento nos enamoró. Las casas de colores y la vegetación se entremezcla, hay música por cada rincón y era un punto de encuentro perfecto con la Sierra del Escambray, un parque natural reserva de la UNESCO.
Esperábamos poder patearlo varios días, pero nos topamos con la triste realidad. O pagábamos muchísimo a un taxista que sabías que te estaba timando, o te unías a una excursión casposa y bastante corta y descafeinada plagada de turistas. Así que hicimos la mejor negociación que pudimos y visitamos lo más fácil de llegar. El parque de Topes de Collantes. Son 2 horas de ruta por selva y tiene una bonita cascada al llegar al fondo. Con esto saciamos un poco el gusanillo de aventura.
El último día por Trinidad, pasamos unas horas por una paradisiaca playa cercana (Playa Ancón), y cuando nos cansamos, volvimos al barrio a bailar salsa, que era más interesante.
Tras tres días de visita en esa región, regresamos a la Habana, donde seguimos investigando la ciudad durante otros dos días. Como llovía a intervalos, decidimos probar planes culturetas. Visitamos una antiguo edificio industrial que es centro de exposición de artistas nacionales, La Fábrica del Arte Cubano. Pasamos por la Bodeguita del Medio para escuchar música en directo.
Y otro día aprovechamos para ver una película del festival de cine de la Habana.
María andaba mortificada, porque por todas partes veíamos escudos del Barça, ahora ha dado muy fuerte el fútbol allá. Ella que es del Real Madrid, andaba toda mosqueada. Se lo comentábamos a un taxista, y presto se saca su teléfono para enseñarnos su fondo de pantalla ¡con el escudo blaugrana!
Ya por último, de camino al museo de la revolución, entablamos amistad con un chico cubano, que se mostró encantado de quedarse a pasar unas horas con nosotras. Intercambiamos historias y nos preguntaba mucho por cosas de Europa. Él es militar y nos contaba otras tantas cosas del país. Acabamos comiendo en la casa de Canarias, que encontramos por casualidad y él también quiso visitarla porque en sus palabras, le habíamos enseñado algo de su ciudad que nunca había visto.
Este sitio está formado por antiguos emigrantes canarios en la capital Cubana, no sé si saben que si hablo raro y digo guagua, es porque muchos de mis paisanos fueron a buscar fortuna años atrás, y trajeron a su vuelta muchos de los que conforman los rasgos del canario. Así que mil historias hay de reencuentros y familias que están separadas por el océano.
Aparte del viaje, pasados tres meses ya puedo hacer balance de mi nueva empresa. Estoy contentísima, me siento muy realizada a nivel profesional. Al volver a formar parte de un equipo pequeño pero con otro diseñador con el que compartir ideas e inspiración.
Aquí abajo están algunos de los regalos que me hicieron en la anterior empresa, a la que estoy agradecidísima, ya que me dio la oportunidad de venir a vivir aquí a sufrir de falta de vitamina D.
Nunca había tenido una ceremonia de despedida por así decirlo, y fue todo muy corporativo, con discurso de mis dos manager consecutivas y con tarjetas y regalitos por todas partes. Luego te toca decir unas palabras y yo lo único que supe decir ante 60 personas fue: Bueno que muchas gracias por todo, un placer y ¡Vamos al bar que he traído ron miel!
El nuevo sitio es un cambio radical, vuelvo a estar en una empresa más familiar y en este caso, en una casa. El entorno está fantástico, estamos en un antiguo claustro detrás de una iglesia construida en 1872.
Aparte estamos emparentado con Oxford University Press, los que hacen los diccionarios y libros de texto, así que eso es motivo de visitas a sus instalaciones y viene guay para el curriculum.
Mis nuevos amigos son Tom (el otro diseñador) y Katerina. Esta muchacha y yo somos las únicas extranjeras de la empresa (ella es Griega), el 90% es British, y está gracioso porque somos las ruidosas y más hiperactivas, y los demás son más calmados y reflexivos, pero puedes ver que se divierten con el toque mediterráneo-latino.
Es otra gran diferencia con respecto a Kaplan, que allá éramos todos de más de 20 países diferentes. Ah, y aquí trabajamos haciendo cursos de e-learning para universidades, que los compran para usarlos en sus programas de estudios.
La pega, el internet va fatal, imaginen cómo de lento descargaban una imagen en el año 2002, pues casi nos falta escuchar el sonido del router chirriando cuando navegamos. La causa es que al lado también hay un cementerio, y hay que pasar el cable de fibra por ahí, así que ahí andamos, esperando las santas obras, nunca mejor dicho...
Aparte, tampoco tenemos espacio para comer, ya que se ha expandido tanto el equipo, que no hay sitio físico posible. Así que todos los días cruzamos la calle y vamos a un enorme mercado orgánico pijo, el Wholefoods Market, y nos sentamos en la zona del comedor con nuestros flamantes tupper. A veces consumimos algo, no somos tan chabacanos, aunque luego nos pasamos por la parte supermercado a ver qué dan de muestras, que siempre tienen algún zumo orgánico de una planta exótica de moda, o barritas energéticas de no se qué extracto de fruto seco. Está gracioso.
La razón de esta entrada tan larga, es que vino a visitarme dos familiares, y ya no me dio tiempo a acabar de escribir todo lo anterior. Aquí como guinda, nuestro fin de año en casa de mi amiga Anna la catalana. Tomándonos las uvas de la televisión canaria por internet. Este año fueron las de Tenerife. Para que luego se quejen, ¡puse a una pareja checa, a un portugués, dos italianos, un madrileño y dos catalanes a tomar nuestras uvas!
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