Rusia-Ucrania
A menudo, cuando se viaja a un país extranjero, sólo se conoce superficialmente. De rigor son las visitas a sus museos, edificios emblemáticos, parafernalia religiosa y tiendas de souvenirs.
Por si fuera poco, la gente se asusta de comer en sitios inhóspitos y termina metiéndose en el primer restaurante de fast-food americano.
Pero la mejor manera de conocer un país, es sin duda empaparte de su cultura, vivir con ellos, champurrear su idioma y compartir (muy) largas sobremesas familiares.
Es por ello que decidí acompañar a mi pareja a Rusia y Ucrania, donde tiene sus raíces y familiares. Quería ver en directo su ciudad natal, Kharkov (Ucrania), y estar en contacto con todas las personas de las que tanto había oído hablar. Nuestro recorrido de un mes, consistió en Rusia (Lutkarino, Moscú) , Ucrania (Kharkov y Melitopol) , y vuelta a Moscú.
Mi primera impresión de Rusia, fue de asombro por tanta vegetación. No es muy normal para mí ver tanto bosque, al provenir de Gran Canaria. Los bloques de edificios se alzan imponentes sobre las masas de bosque. Hay un dicho-chiste sobre las uniformes construcciones soviéticas " Si vas a otra ciudad de la unión Sovietica y buscas una calle que se llama como la tuya, en el edificio que se corresponde con el tuyo podrás meter tu llave en la casa".
Nada más llegar, nos vino a buscar el primo de Eugeni, Antón. Al principio nos hizo gracia el modo ruso de conducir, que es rápido y temerario, pero al poco tiempo de sentir que avanzabamos a una muerte segura ya no me hizo tanta gracia. Si la autovía es de 3 carriles, los rusos van por 5 carriles, adelantando por el barro de la cuneta.
Los atascos de Moscú son míticos, van de 1 a 4 horas. El principal divertimento a practicar durante ellos es el insulto. Los rusos desarrollan la creatividad del lenguaje con el coche vecino.
Rusia es un país de contrastes, por una parte se ven cochazos de lujo, que ni encuentras en Madrid. Sin embargo aún muchos moscovitas usan autos de los años 70, eso sí, ricos y pobres, todos van con la suspensión muy alta, porque todo Rusia y Ucrania está lleno de barro y calles mal asfaltadas.
En Rusia pasamos pocos días, estuvimos una semana antes de cruzar el país en tren hacia Ucrania. Así que visitamos Moscú, y no pudimos ir al norte a conocer San Petersburgo. De modo que conocimos el centro de la capital y visitamos la Plaza Roja, que es espectacular. Una vez vista por todos sus ángulos ( La Basilica de San Basilio, el museo del Kremlin, el mausoleo de Lenin) esperamos a que anocheciera para volver a verlo todo iluminado. Nada que ver, si la plaza de día es bella, de noche es impresionante. La luz realza cada rincón de la arquitectura y le confiere un toque de fantasía incluso.
El día 6 cruzamos a Ucrania, nos dirigíamos a Kharkov, donde está la casa donde se crió Evgeni con sus abuelos paternos. Viajamos en tren nocturno, que tiene compartimentos de cama para hacer el trayecto dormido y llegar al destino al día siguiente. En nuestro viaje tuvimos una compañía muy singular: dos militares muy afables y de panza redonda. Uno de ellos, se nos presentó, se llamaba Igor y no paraba de hablar. Nos dijo que recorría algunas zonas de la ex Urss buscando militares del Ejército Blanco que había huido durante la Revolución, (se trata de un hecho histórico que sucedió durante la Guerra Civil Rusa desde 1918 hasta 1921). De modo que este militar encontraba a los descendientes de militares del ejército Blanco para normalizar las relaciones un siglo después.
Pasamos una curiosa velada, donde no faltó té ( los rusos lo beben a todas horas), cerveza ( en verano es sustituto del vodka), y comida militar que nos mostraron e invitaron a comer.
Una vez en Ucrania, conocí a Maia Petrovna, la abuela de Evgeni, que nos alojó durante los 20 días que pasamos en Kharkov. Ahí pasamos los días llendo al río radiactivo ( mejor no preguntar de qué estaba compuesta el agua, lo ideal era remojarse lo justo y no meter la cabeza), recorriendo las calles, visitando una de las plazas más grandes de Europa donde aún se erige un monumento de Lenin (uno de los pocos que quedan en Ucrania). Durante los paseos al río y las largas tardes de conversación con los amigos de Evgeni en Kkarkov, aproveché para ir recopilando información y declaraciones de los jóvenes ( estudiantes y trabajadores) sobre la situación de Ucrania tras la Revolución Naranja de Yushenko. De eso hablaré otro día porque es un tema que da mucho de sí.
En nuestro paso por Ucrania, fuimos más al sur a Miletopol a conocer al abuelo por parte de madre de Evgeni. A pesar de ser una ciudad grande, es prácticamente rural: de edificios muy bajitos, casas terreras y muchas carreteras de tierra. En algunas casas cultivan sus propios productos, que salen bastante buenos. He de admitir que en todos los sitos que visitamos comimos muy bien, y la hospitalidad de la gente es grande.
En Kharkov hay supermercados gigantes, nuevos centros comerciales, Mac Donald´s y nuevos bloques de edificios, se nota que está progresando. Pero sin embargo, la gente aún no mete su dinero en los bancos, sino que cambia sus sueldos a dólares y lo guarda en casa porque no tiene fe en la moneda ( grivna) , de este modo los bancos no dan créditos, ni existen tarjetas de crédito.
Mi impresión de Ucrania, es de un país que se abre paso entre asfalto desigual y caminos arenosos. Va avanzando lenta y costosamente, pero es un país con ganas de progresar, que ve en Europa central el modelo de calidad de vida.
Comentarios
Tienes toda la razón en que no es en los museos ni en los restaurantes del centro donde se conoce un país.
Bienregresada a este circo de país.
Besos preciosa