Eternal sunshine of the spotless mind

Hoy he visto una película titulada “Eternal Sunshine of the Spotless Mind”, que viene a significar eterno resplandor de una mente inmaculada, pero que se ha traducido “Olvídate de mí” (sin comentarios).

Es una obra maestra sin duda, la dirección está a cargo de Michel Gondryy, el guión que sobresale por su originalidad y frescura es de Michel Gondry, y cabe destacar la excelente fotografía. A lo largo de la película se plantea un debate sobre la posibilidad de erradicar los recuerdos de un ser querido de nuestro cerebro y las consecuencias que tal acción acarrea.

Esta película, que no deja indiferente a nadie, por las emociones que despierta, me ha dejado muy marcada. El hecho de que se puedan tratar los recuerdos de una anterior relación entre personas como el molesto polvo que se esconde por las esquinas de una casa, fácilmente desechables, depurados y suprimidos, me molesta.

Me sorprendió la facilidad con la que la gente acudía a realizarse este “lavado de cerebro”, de forma totalmente impulsiva, y luego se lamentaban: como vemos en el protagonista, Joel (Jim Carrey), o en la recepcionista de la consulta.

Si hacerse adulto implica saber establecer relaciones con la gente que nos rodea, y hacerse cargo de los errores cometidos, entonces esto supondría un penoso retroceso emocional por parte de los que se someten a un tratamiento así. No es de extrañar, que el propio Joel se de cuenta, durante la eliminación de sus recuerdos, de la locura que supone querer suprimir a alguien de tu vida, cuando quizás pueda haber una reconciliación, en un futuro no muy lejano. Muestra de ello, es la actitud de la recepcionista, que repite el mismo patrón de conducta con su anterior amor, sin saber que se había sometido al tratamiento para eliminar esos recuerdos.

Lo que demuestra, que por mucho que podamos o creamos controlar los impulsos de nuestra parte racional, al final siempre manda el corazón.